Gracias al sentido del gusto, el ser humano puede detectar cuatro tipos de sabores: ácido, amargo, salado y dulce por medio de los quimiorreceptores localizados en la lengua, que se agrupan en botones gustativos y estos a su vez en papilas gustativas.
Gracias al sentido del tacto, el ser humano puede detectar texturas y temperatura por medio de mecanorreceptores y termorreceptores localizados en la piel, los corpúsculos táctiles y las terminaciones nerviosas libres.
Las fosas nasales presentan en su interior dos tipos de mucosas, la pituitaria roja, que calienta y filtra el aire, y pituitaria amarilla, donde se encuentran los receptores olfativos.
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