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¿Cómo puedo evitar la procrastinación?

Una niña distraída, con la cabeza en otra parte.

Antes de nada, lo primero es preguntarse: ¿qué es exactamente la procrastinación? La misma palabra viene del latín procrastinare y significa «dejar algo para mañana».

Así, los procrastinadores son esas personas que posponen las cosas que deberían hacer en el momento para el día siguiente. Esto puede suceder en el colegio, en el trabajo, o con otras tareas diarias como hacer la colada o pedir cita en el dentista. Aunque la procrastinación puede acarrear consecuencias negativas, ¡nunca es demasiado tarde para cambiar! En este artículo aprenderás más sobre las causas de la procrastinación y leerás consejos acerca de cómo hacerle frente.

El tema de la procrastinación ha adquirido una relevancia totalmente nueva en los últimos tiempos a raíz de la pandemia. El periodo de confinamiento nos obligó a desarrollar un fuerte autocontrol y disciplina con la que ser capaces de enfrentarnos a retos como el teletrabajo o la escuela online. Para algunas personas, esto no supuso ninguna dificultad, pero para otras, adaptarse a las nuevas circunstancias y seguir el ritmo escolar en esas condiciones inesperadas requirió un enorme esfuerzo.

¿Por qué procrastinamos si sabemos que no nos va a traer nada bueno a la larga?

La respuesta es más sencilla de lo que piensas: tenemos miedo al fracaso. Es por eso, que, ni siquiera, queremos empezar a procrastinar. Por ejemplo, si sabemos que el examen de matemáticas no va a ir bien porque nunca nos va bien de todos modos, ni siquiera queremos empezar a estudiar. El miedo a no ser capaces de conseguir lo que queremos, aun cuando nos esforzamos, nos hace tratar de evitar hacerle frente por todos los medios posibles.

Por otro lado, la procrastinación también puede darse por no saber que es lo que se espera de nosotros. Si la tarea que tenemos pendiente de hacer no está muy clara o es difícil de entender, buscamos evadir el momento de confrontación. 

¿Qué podemos hacer para prevenir la procrastinación?

Ante todo, lo más importante es establecer objetivos realistas. Esto incluye admitirnos a nosotros mismos que, a veces, no somos capaces de hacer algo. Si somos conscientes de que, por ejemplo, no se nos dan bien los tiempos verbales en inglés y que no somos capaces de entenderlos por nuestra cuenta, entonces sabemos que puede ser útil buscar un profesor particular que nos lo explique y nos ayude con ello. Pero para evitar llegar a este punto, es conveniente realizar cuanto antes una revisión general del problema. Una de las cosas que puedes hacer es escribir una lista de cosas por hacer y después decidir qué es lo que tienes que priorizar y qué es aquello que puede esperar.

Si te estás preparando para un examen, planea cuanto tiempo de estudio quieres dedicarle a cada tema o apartado. De esa forma, no te estresarás tanto y tendrás una visión clara de cuanto llevas y cuanto te queda por estudiar, aprovechando tu tiempo al máximo. 

Cuando termines algo, táchalo de la lista. El sentimiento de haber conseguido una de las cosas que te habías propuesto, por pequeña que sea, te motivará para continuar, y así también podrás seguir el progreso de lo que llevas hecho de un solo vistazo. Recuerda: no pierdas de vista tus objetivos y no olvides el motivo de por qué quieres lograrlos.

Otro consejo importante: ¡esconde tu teléfono móvil! Ponlo en silencio y déjalo en otra habitación para evitar que te distraiga. Ya sabes lo que dicen… ojos que no ven, corazón que no siente. 

Ordena tu escritorio o zona de trabajo antes de empezar a estudiar. De esta manera, cuando te pongas con el estudio, no sentirás la tentación de limpiar o reorganizar el espacio solo para evitar enfrentarte a la tarea que te ocupa.

Descubrir que tipo de estudiante eres puede facilitar este proceso. Si tienes curiosidad, puedes encontrar artículos al respecto en este mismo blog que te explicarán diferentes estrategias y métodos de aprendizaje como el Método Pomodoro.

Puedes utilizar técnicas visuales, como los esquemas, tarjetas, o crear un póster para facilitar el estudio. También conviene saber a qué hora del día rindes más, si por la mañana o por la tarde/noche.

Para motivarte, prueba a contarle a un amigo o familiar en qué estás trabajando o lo que estás estudiando, y cuáles son tus objetivos del día. De esta manera, cuando llegue la noche, no querrás confesar que no has alcanzado tus objetivos propuestos, lo que te motivará a trabajar más duro para alcanzarlos y no decepcionar a nadie.

También puedes considerar juntar un grupo de estudio. Encuentra a gente que tenga problemas similares y te darás cuenta de que es mucho más agradable enfrentaros a ellos juntos que de manera individual. Podéis turnaros, comentar el tema, haceros preguntas mutuamente… De esta forma, no te aburrirás durante tus pausas y te sentirás mejor sabiendo que no eres la única persona en esa situación. . Puedes leer más sobre esto en nuestro artículo: Aprendizaje en grupo - Alcanzando objetivos de manera colectiva.

Establece una rutina propia que te funcione. Por ejemplo, despiértate siempre a la misma hora y date un paseo hasta tu biblioteca más cercana. Si ya estás ahí, empieza a estudiar inmediatamente y haz un uso consciente de tu tiempo. Después, cuando vuelvas a casa tras un día de estudio provechoso, puedes darte un capricho a modo de recompensa, como, por ejemplo, ¡comprarte un helado! Estructurar tus días de estudio con rutinas de este tipo te ayudarán a perseverar en el estudio de manera consistente y equilibrada. 

Por último, ¡no olvides que las pausas también forman parte del estudio! Tu cerebro es como una máquina, tienes que cuidarla y darle el trato que necesita para que rinda al máximo. Y para ello es esencial aclarar tu cabeza de vez en cuando y recargar las pilas. Sal a dar un paseo, haz algo de ejercicio, cómete un tentempié o simplemente túmbate a descansar durante 20 minutos escuchando tus canciones favoritas. Eso sí… el móvil, ¡ni tocarlo! Si lo haces, te sobrecargarás de información en lugar de descansar, y no serás capaz de procesar lo verdaderamente importante. 

Así que, después de estos consejos, ya sabes… ¡No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy!

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